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Cuando el trabajo se desarrolla sin peros.
Reportaje sobre la realidad de las personas con discapacidad y su incorporación al mercado laboral gracias a la ayuda de la Fundación ONCE
Ana Porras Rodríguez tiene 34 años, y desde hace uno se siente la mujer más feliz del mundo porque por fin ha encontrado un trabajo. Hasta ahora su discapacidad crónica le ha impedido obtener un empleo digno y le ha supuesto más decepciones que alegrías. Ana tiene una discapacidad denominada polio que le ha dejado una leve cojera. Limpiadora, teleoperadora, camarera... Siempre de manera ilegal y sin ninguna garantía para una madre de familia con dos hijos a los que atender. "Siempre he intentado engañar a la gente", de este modo es como Ana Porras ha conseguido sobrevivir a los portazos en las narices que muchas empresas le han dado. Su mayor decepción se produjo cuando fue despedida del supermercado en el que trabajaba porque "estéticamente no quedaba bien con la falda del uniforme". Sin embargo, este contratiempo no venció su autoestima y siguió en el arduo empeño de conseguir un empleo. Y llegó. A través del grupo empresarial Fundosa que trabaja con Fundación Once, Ana Porras trabaja como peluquera en el Carlos Haya desde mayo de 2005 y con un contrato indefinido. "Me ha cambiado la vida. No me creo que tenga vacaciones y pagadas". A través de cursos de formación, que fueron promovidos por la consultoría, ha podido hacer su sueño en realidad. Fundosa intermedia entre los clientes, las empresas que demandan trabajadores discapacitados, y los usuarios que buscan empleo. En lo que va de año han conseguido emplear con contrato fijo a 61 personas discapacitadas, aunque se prevé que se alcancen más de cien, según María del Carmen González, trabajadora de los servicios sociales de Fundosa en Málaga. Al igual que Ana, Palma Aragón, de 30 años, también ha encontrado dificultades para acceder a un trabajo debido a su discapacidad. Licenciada en Psicología, Palma ha sufrido la inclemencia de muchos empresarios que no reconocían su capacidad y su esfuerzo. "Lo peor es que te reconozcan una discapacidad, pero hay que tener afán de superación y mucha motivación", aconseja Palma Aragón, quien gracias a Fundosa es técnico de recursos humanos en una empresa. Esto son sólo dos ejemplos de los muchos que existen en Málaga. A través de Fundación Once, más de tres mil personan mantienen un empleo en nuestra provincia. El 77 por ciento de estas personas posee algún tipo de discapacidad, la mayoría de ellas distinta a la ceguera. En el último año más de 600 malagueños han realizado cursos de formación para discapacidad y más de 700 afiliados han recibido atención personalizada en alguno de los centros de la provincia.