Aula de Diversidad de la Fundación San Patricio, con la colaboración de la Fundación ONCE
Visitas a Instituos de Madrid para hablar a los estudiantes de la discapacidad
¿Qué tipo de vida lleva un discapacitado? ¿Cómo desarrolló la discapacidad? Son dos de las preguntas que un programa de Aula Diversidad de la Fundación San Patricio, apoyada por la Fundación ONCE, han respondido a cientos de alumnos de ESO y Bachillerato a través de charlas, simulacros de discapacidad y una exposición. Varios discapacitados les han transmitido su experiencia, han explicado cuáles son las causas, las ayudas técnicas y las formas de prevenir lo que cualquiera puede desarrollar en algún momento de su vida Al verlos de lejos, Juan Carlos, Julia y Virginia son un grupo que charla animadamente. A menos distancia, se aprecia una silla de ruedas y, más cerca, también se ve un bastón, pero no se aprecia que Julia tiene una discapacidad auditiva porque, como ella describe “es invisible, es menos evidente”.Los tres fueron al IES Numancia, en el barrio madrileño de Vallecas, a hablar de la discapacidad desde su propia experiencia, a enumerar los factores que la causan, las formas de prevenirla y los medios técnicos para afrontarla, y a responder a las preguntas de los alumnos. “No hay que tener miedo a preguntar”, cree Virginia.Juan Carlos Martínez, parapléjico por la imprudencia de otro conductor, comienza a describir los tipos de discapacidad que existen y, entre ellas, las lesiones medulares y qué las producen. En el power point que le respalda hay un gráfico muy elocuente: alcohol, drogas, ausencia de cinturón de seguridad o de casco, más coche o moto, es igual a silla de ruedas. Él también les advierte de que tirarse de cabeza en el mar o la piscina cuando hay poca profundidad o no prevenir los riesgos laborales pueden conducir al mismo destino.Julia le da el relevo. Una medicación que tomó cuando estuvo en la incubadora le dañó el nervio del oído. Ella repasa los tipos de discapacidad auditiva y lanza avisos para prevenirla: una buena higiniene, no introducir objetos punzantes en el oído, evitar golpes en la cabeza, no exponerse a sonidos fuertes, no automedicarse... y no emplear bastoncillos de algodón, lo que sorprende a Jorge Rubio, de 2º de ESO.Ésta y otras enseñanzas son el patrimonio que Jorge y sus compañeros se llevaron a casa tras la conferencia, de una hora, en la que también sorprendió descubrir que enfermedades como la hemofilia, la hepatitis, la diabetes o el sida son una discapacidad orgánica.Antes del turno de preguntas interviene Virginia, ciega por un glaucoma que desarrolló al poco de nacer. Si Julia explicaba que los sordos leen los labios, utilizan audífonos, luces en el timbre o el teléfono o lenguaje de signos, Virginia comenta que la pérdida total o parcial de la vista “es de las discapacidades más llamativas y la que más coarta a la gente a acercarse u ofrecerte ayuda”. Y eso nunca hay que dudarlo, porque, como dice Julia, “hay que asimilarlo, no somos personas diferentes sino que hacemos las cosas de manera distinta”.